Vicente Almazán nos recuerda 'La razón poética' de María Zambrano
Vicente Almazán, autor de las fotografías del libro, recuerda en su blog Mis adarmes este reportaje de TVE sobre la razón poética de María Zambrano.
Presentación del volumen
Convencidas de que las grandes obras literarias escritas por mujeres se convierten en referentes inexcusables para los escritos de otras mujeres, proponemos una lectura en clave de género de la Tumba de Antígona de María Zambrano y de la Carta Atenagórica de Sor Juana Inés de la Cruz.
Quizá sorprenda ver a María Zambrano y a Sor Juana, dos escritoras alejadas en el tiempo y con circunstancias autobiográficas tan diferentes, compartiendo el mismo espacio. En efecto, María Zambrano y Sor Juana comparten la misma pasión: un ansia libre de saber. Las dos sienten un deseo insatisfecho de conocimiento y las dos, María a través de la filosofía y Sor Juana a través de la divulgación científica y de la teología, crean un amplio universo intelectual al que le dan forma literaria y en el que resulta clave el juego de símbolos y de máscaras. Antígona en la obra de María y Sor Filotea en la de Sor Juana son dos personajes que encarnan la lucha contra el patriarcado, el deseo de libertad y el ansia de saber.
María Zambrano, filósofa y escritora vinculada a los presupuestos estéticos de la Generación del 27, no perteneció al movimiento feminista, pero su obra La tumba de Antígona resulta ser un catalizador de las reivindicaciones feministas. En esta obra, y en otros escritos, su concepción de lucha contra el patriarcado anticipa posturas de movimientos feministas posteriores, como es el de la Librería de Mujeres de Milán. Sor Juana defendió con fuerza la causa de las mujeres en la misógina sociedad mejicana del siglo XVII y se enfrentó a los hombres de poder de la iglesia, sobre todo, con la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz y con la Carta Atenagórica.
La singular figura de María Zambrano, escritora y filósofa, y la no menos singular de Antígona, personaje literario, nos han atraído porque han sido dos modelos para los escritos y para las reivindicaciones de las mujeres.
María Zambrano, en su obra La tumba de Antígona, invierte el mito clásico y, a través de una red de relaciones intertextuales con la obra de Sófocles, propone una nueva forma de entender el mundo. Y, la nueva Antígona es una mujer dotada de gran inteligencia y dominada por un deseo de saber. Este deseo, propio de los hombres, la condenará a no vivir, y por eso está metafóricamente encerrada en su tumba. Desde ese espacio interior, desde la tumba en la que está encerrada, va fraguando su nueva conciencia y sus nuevas formas de rebeldía contra el poder patriarcal que la ha condenado a no vivir, a ser una muerta viva.
En el caso de Sor Juana, nos hemos detenido en la biografía y en la presentación de su obra, porque Sor Juana es una escritora de gran potencia creativa y muy representativa para los posteriores escritos de mujeres. Además, el conjunto de sus obras forma realmente un todo, un universo literario, a la vez, amplio y autónomo. Podríamos decir que toda su escritura constituye una sola obra en la que sus partes se relacionan, no sólo porque muchos personajes y muchos motivos temáticos se repiten en varias obras, sino porque todas ellas responden a una unidad de visión.
La figura de Sor Juana, su vida y su obra, es un hito en el largo camino que la mujer ha tenido que recorrer para conquistar el derecho a escribir. En este sentido, la Carta Atenagórica es un escrito teológico de gran interés, porque desafió a los doctos varones de la iglesia con sus mismos argumentos. De ese modo se adelantó a los posteriores discursos feministas que se enfrentan al pensamiento masculino dominante desde dentro de su propio discurso.
Quizá sorprenda ver a María Zambrano y a Sor Juana, dos escritoras alejadas en el tiempo y con circunstancias autobiográficas tan diferentes, compartiendo el mismo espacio. En efecto, María Zambrano y Sor Juana comparten la misma pasión: un ansia libre de saber. Las dos sienten un deseo insatisfecho de conocimiento y las dos, María a través de la filosofía y Sor Juana a través de la divulgación científica y de la teología, crean un amplio universo intelectual al que le dan forma literaria y en el que resulta clave el juego de símbolos y de máscaras. Antígona en la obra de María y Sor Filotea en la de Sor Juana son dos personajes que encarnan la lucha contra el patriarcado, el deseo de libertad y el ansia de saber.
María Zambrano, filósofa y escritora vinculada a los presupuestos estéticos de la Generación del 27, no perteneció al movimiento feminista, pero su obra La tumba de Antígona resulta ser un catalizador de las reivindicaciones feministas. En esta obra, y en otros escritos, su concepción de lucha contra el patriarcado anticipa posturas de movimientos feministas posteriores, como es el de la Librería de Mujeres de Milán. Sor Juana defendió con fuerza la causa de las mujeres en la misógina sociedad mejicana del siglo XVII y se enfrentó a los hombres de poder de la iglesia, sobre todo, con la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz y con la Carta Atenagórica.
La singular figura de María Zambrano, escritora y filósofa, y la no menos singular de Antígona, personaje literario, nos han atraído porque han sido dos modelos para los escritos y para las reivindicaciones de las mujeres.
María Zambrano, en su obra La tumba de Antígona, invierte el mito clásico y, a través de una red de relaciones intertextuales con la obra de Sófocles, propone una nueva forma de entender el mundo. Y, la nueva Antígona es una mujer dotada de gran inteligencia y dominada por un deseo de saber. Este deseo, propio de los hombres, la condenará a no vivir, y por eso está metafóricamente encerrada en su tumba. Desde ese espacio interior, desde la tumba en la que está encerrada, va fraguando su nueva conciencia y sus nuevas formas de rebeldía contra el poder patriarcal que la ha condenado a no vivir, a ser una muerta viva.
En el caso de Sor Juana, nos hemos detenido en la biografía y en la presentación de su obra, porque Sor Juana es una escritora de gran potencia creativa y muy representativa para los posteriores escritos de mujeres. Además, el conjunto de sus obras forma realmente un todo, un universo literario, a la vez, amplio y autónomo. Podríamos decir que toda su escritura constituye una sola obra en la que sus partes se relacionan, no sólo porque muchos personajes y muchos motivos temáticos se repiten en varias obras, sino porque todas ellas responden a una unidad de visión.
La figura de Sor Juana, su vida y su obra, es un hito en el largo camino que la mujer ha tenido que recorrer para conquistar el derecho a escribir. En este sentido, la Carta Atenagórica es un escrito teológico de gran interés, porque desafió a los doctos varones de la iglesia con sus mismos argumentos. De ese modo se adelantó a los posteriores discursos feministas que se enfrentan al pensamiento masculino dominante desde dentro de su propio discurso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)